viernes, 23 de febrero de 2024

Cómo empecé a escribir en serio

Ya os he contado que desde pequeño me gustaba inventar historias de terror y escribirlas, que era para mí como contármelas a mí mismo. Sin embargo, el terror no copa todas mis inquietudes: estudié Filosofía y por eso me llaman la atención las novelas que reflejan el interior profundo del ser humano.

Tras muchas incertidumbres y zozobras en mi vida, que no es cuestión de pormenorizar ahora, al final me tiré a la piscina y empecé a forjarme mi propia carrera de escritor como verdadero propósito de vida, que es como tiene que ser. Tengo que decir que me vi espoleado por vídeos sobre crecimiento personal de distintos canales, pero especialmente el de Laín García Calvo. Este youtúber cuya vida personal es ya una historia de superación en sí misma me metió una idea fundamental en la cabeza: no hay excusas. Es decir, no vale decir que no me he puesto con mi propósito porque tenía niños, porque estaba preparando oposiciones, porque si mi mujer nosequé, o que si mi gato nosecuantos. O lo haces, o no lo haces. Y tanto si lo haces como si no, eres cien por cien responsable. Como él mismo dice, busca la manera, y si no existe, la creas, y si no, te la inventas.

Total, que ya pasando el medio siglo de vida, algo se removió en mi interior y me dije: si no es ahora, David, ¿ya cuándo? ¡Al carajo los miedos, las incertidumbres y las excusas! Toca enfocarse en el propósito hasta obsesionarse sanamente con él. Toca formarse, aprender... saturar tu mente de contenidos alineados con tu propósito. Bien, ¿y qué escribo? Pues una novela. ¡Qué digo una novela! ¡La novela! ¡La que tengo en mente desde que finalicé los estudios de Filosofía! Así que me puse con la novela. Empecé a ver vídeos especializados en escritura de YouTube, a leer libros para escritores, y hasta hice el Curso de Novela, de Sinjania. Hice una escaleta. Hice un resumen. Hice fichas de los personajes. Hice investigación de campo. Leí libros sobre el tema de mi novela que me pudieran ayudar a construir mejor los personajes... Todo ello intentando ser sistemático, aunque no siempre consiguiéndolo.

Te he oído, lector. Te preguntas que cuál es el tema de mi novela, ¿a que sí? Lo siento, pero creo que no debo desvelarlo todavía. Pienso que perderé energía si lo hago público y todo el mundo ya sabe de qué va a tratar y empieza a hacerme preguntas, objeciones y sugerencias. Mejor, vamos a esperar.

El caso es que aquello iba a ser un trabajo largo. Muy largo y muy exigente. Mientras, yo había aprendido con los vídeos de Editorial Letra Minúscula, que un escritor de hoy tenía que tener, como mínimo, una web de autor y una fan page en Facebook para poder tener una audiencia. Así que me puse a crear mi web con un software de momento gratuito (ya se cambiará a una versión más profesional) y mi perfil de Facebook para luego tener la fan page.

Vale, ya tengo la web y Facebook. ¿Y ahora qué? ¿Qué le cuento yo a la gente, si apenas he empezado el primer borrador de la novela? Entonces se me ocurrió la genial idea de compatibilizar la escritura de la novela con volver a los cuentos de terror, que podría escribir y compartir. Entonces, como tengo un sólo cerebro en vez de dos, decidí trabajar novela de lunes a jueves, y cuento de viernes a domingo. Genial, ¿no?

Pues no. No fue genial, la verdad. Empecé con mucho entusiasmo y lo mantuve bastante tiempo. Pero eso que parecía bien pensado, en la práctica era agotador: si ya es difícil ponerte a escribir cada día cuando tienes trabajo y familia, si además tienes que enfocarte en dos temas tan diferentes, acabas por colapsar. Empezó a ser habitual el hoy me toca novela, pero me apetece terror, así que escribo terror. O bien, hoy me toca terror, pero ¡es que tengo esta escena tan buena de la novela sin terminar..! Y luego me sentaba frente al ordenador, y nada. Ni lo uno ni lo otro.

Estuve pensando qué hacer. A raíz de otro vídeo de Editorial Letra Minúscula llegué a la conclusión de que era mejor centrarse en un solo libro cada vez para enfocarse mejor en el proyecto, en vez de andar saltando de uno al otro. Tuve que decidir en cuál de mis dos proyectos iba a entregarme y, finalmente, me decanté por el libro de relatos de terror. Sin embargo, como me daba pena abandonar la novela, que ya tenía más o menos dos tercios del primer borrador, y estaba cercano noviembre, pensé que sería una buena idea aprovechar el reto NaNoWriMo para terminar el borrador y centrarme definitivamente en el libro de relatos. Pero esto tampoco pudo ser, así que ahí quedó ese borrador a dos tercios guardado para retomarlo algún día. Porque no quiero abandonar ésa mi otra pasión.

De manera que actualmente estoy plenamente enfocado en el libro de relatos de terror, que espero autopublicar en este año 2024. Mi idea es que contenga veinte relatos de diferente temática. De momento, tengo diecisiete para revisar y uno empezado, de los cuales he compartido quince por Facebook. Por lo que no voy a compartir ninguno más antes de la publicación el libro. Así, al menos, habrá cinco historias de las que mis lectores no sabrán absolutamente nada. Las demás, se corregirán y se cambiará lo que haga falta, por supuesto. Voy despacio, pero voy, que es lo importante. ¡Ya queda menos!


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