sábado, 15 de junio de 2024

Beatriz Reus: LÁGRIMAS QUE DUELEN COMO ESPINAS DE UNA ROSA

En esta ocasión, quiero hablar de un libro especial para mí por muchos motivos. No tiene nada que ver con lo que habitualmente leo: no es una novela, sino un libro de poesía; no es de terror, sino de amor; su autor no es un clásico o un escritor best-seller, sino Beatriz, mi amiga desde los tiempos universitarios, cuando ambos estudiábamos la misma carrera: Filosofía.

El pasado viernes 10 de mayo habíamos quedado para comer junto a otra buena amiga común y la autora nos regaló a cada uno un ejemplar dedicado, que ambos recibimos con alegría y gratitud. Estaba claro que yo iba a leer el mío, por supuesto que sí, pero no pensaba que me fuera a gustar tanto como lo hizo. Recuerdo abrirlo con curiosidad en el salón de mi casa al caer la tarde y... ¡ya no pude parar! Cayó entero.

El libro hace un recorrido desde la experiencia de la ruptura amorosa hasta la apertura ante la posibilidad de un nuevo amor. Para ello, se vale de poemas cortos, directos, muy sentidos, con los que el lector conecta con gran facilidad y rapidez. Su lenguaje es sencillo y eficaz, con algunas reminiscencias, al menos para mí, al cine y a la música.

Comienza, desgarrador, transmitiendo el dolor por la ruptura. Su primer poema, No quiero, ya me impactó lo suficiente como para quedarme enganchado en ese viaje interior por los sentimientos más profundos. Es, valga la comparación, como cuando en un concierto de rock duro la banda en cuestión comienza el repertorio con un temazo de pura adrenalina de los que te erizan la piel: ya estás puesto en situación y ya no hay marcha atrás. Ese No quiero te rompe el alma con su juego de contrastes entre lo que una misma persona pudo significar en un momento y lo que acaba siendo después para la otra. ¡Buen comienzo!, me dije.

La obra avanza sin decaer con poemas cortos, muy sentidos, de interrogantes sin respuesta, dolores enclasustrados, autoafirmaciones ante la incomprensión del mundo, anhelos de lo que debería haber sido y no fue, ubicuidad del en otro tiempo amado, todo ello como si fuera un juego de perspectivas, es decir, como si contempláramos el desamor desde distintos ángulos y puntos de vista, hasta que llega el poema que es para mí su punto culminante: Cuando sientas...

Hasta llegar a este poema todo era una deriva de la persona en el mar de sentimientos que la arrastran, pero ahora vemos un atisbo de esperanza, un punto donde echar el ancla, tomar aire y detener tanta locura. Así, la autora nos grita, en ese mismo momento en que parece que la vida ya se nos va de tanto llorar, no te detengas, renueva tus alas y deja que el corazón abrace con fuerza las estrellas. lo que para mí significa abrázate fuerte a tu ideal, a lo más elevado que hay en ti, y sigue caminando sin dudas. ¡Bravo!

Continúan más poemas de desamor en sus múltiples formas, Mentira, Cenizas, Ya no te conozco... hasta llegar, apenas pasado el ecuador del libro, a un punto de giro. Es el momento en que dices ¿qué ha pasado? ¿se acabaron las espinas? ¿renace la esperanza? ¿hay vida más allá de la ruptura amorosa? Y ese momento es...

Cuando se va el amor. Fin de la catarsis. Es hora de analizar la situación, de ponderar cómo queda el alma, y de asimilar la nueva realidad y abrirse a las nuevas posibilidades: cuando se va el amor, la herida sana y las alas se multiplican, nos concluye la autora. Cuando lees esto, sientes como una bocanada de aire fresco tras páginas y páginas de dolor, desconcierto, angustia y desencanto.

Entonces vienen otros poemas de autoafirmación: Orgullosa de ser mujer, No me..., Siendo y Preguntas, en los que ves al protagonista renacer de sus cenizas. Con alguna caída, como en La soledad, un poema un poco más largo que los demás, aunque también corto, quizá como un símbolo de que, cuando te estás recomponiendo, los batacazos aún son grandes hasta que te levantas por completo.

La recuperación viene primero con El dolor. A pesar del título, en realidad viene a recordarnos que el dolor forma parte de la vida y que es fundamental aceptarlo para crecer. Y ya, de modo completo, con Aire fresco, en el que ya nos encontramos con un corazón que vuelve a latir, con un alma que vuelve a vibrar, ante la expectativa de un nuevo amor.

Y ya los poemas finales vienen a ser esa consolidación del amor incipiente, esperanzado, no del todo realizado como es siempre el amor. Con sus ilusiones, sus dudas, sus anhelos, sus deseos y sus miedos. Todo ello lo podemos encontrar en esta parte final del libro.

Para mí, su lectura ha supuesto, ante todo, un reencuentro con la poesía, ya que ni recuerdo la última vez que disfruté con este género. Pero también un redescubrimiento de esas zonas del alma que parecen adormecidas, pero que están ahí. Entre sus versos y estrofas, habitan el amor y el desamor, las espinas de las rosas y también sus delicados pétalos. Quien lo probó, lo sabe.

3 comentarios:

  1. David, muchas gracias por leer un libro al que no estás habituado, no muchos comprenden la poesía. Es un arte arrinconado en estos tiempos. Me alegro que te haya removido por dentro y te haya llevado por lugares olvidados. Me ha encantado tu engendro, cómo lo has resumido, explicado y entendido. Como siempre explícito, detallista y muy bien escrito. Me entusiasma que hayamos llegado a compartir escritos, aunque no sean de filosofía, que es parte importante en nuestras vidas. Un abrazo muy fuerte. Beatriz.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias a ti, querida autora de la obra. Ha sido toda una experiencia para mí volver a leer poesía. ¿Para cuándo el siguiente?

      Eliminar