domingo, 17 de noviembre de 2019

Moratalaz 10k: al mal tiempo buena cara

Tiempo: 0:57:52

El día amaneció frío y desangelado, con breves arrebatos de lluvia fina. Pero allí estuvimos unos cuantos dispuestos a participar en la carrera popular de Moratalaz, unos con la ya mítica Media Maratón, y otros, entre los que me encuentro, con la de 10 kilómetros. Unos y otros llevábamos el entusiasmo dentro de nosotros, porque en el exterior el panorama era algo deprimente.
El encargado de megafonía no podía ser más aburrido: monocorde, sin energía, sin alegría. En el parque paralelo a Fuente Carrantona, los participantes correteábamos, calentábamos, estirábamos y, como si fuésemos perrillos de la zona, miccionábamos pegados a los arbustos del extremo más alejado de la calzada, pues no había los consabidos aseos que suelen instalar en la mayoría de las carreras populares. O te aguantabas el pis todo el rato mientras dure la competición, o te ibas a las plantas. Francamente, las corredoras yo no sé qué tuvieron que hacer; probablemente, ir a un bar, o hasta el polideportivo, que no se situaba demasiado cerca.
En la camiseta de la carrera lucíamos una silueta de una guitarra eléctrica y la frase Esto sí que es heavy. Bueno, pues de heavy, nada. Ni siquiera de rock. Toda la música que les dio por poner a los organizadores fueron moñeces electro-pop. Otra decepción más. Sí, ya sé que no tiene tanta importancia, pero ¡qué queréis que os diga! Yo tenía el recuerdo de hace dos años y ¡aquello sí que fue heavy!
Pero vamos a la carrera en sí. Pistoletazo de salida y ¡comenzamos! Salida común de ambas modalidades, de 10 y de 21. Pronto me di cuenta de que no estoy en mi mejor momento. A los 2 kilómetros y pico el flato hizo acto de presencia, pero lo resistí hasta que, poco a poco, desapareció. Mantuve una lucha interior, pues mi mente recordaba el ritmo propio de mi mejor rendimiento, mientras que mi cuerpo aún no estaba a esa altura. Cuando constatas eso, que quieres aumentar el ritmo, que recuerdas que lo hiciste, pero que tu cuerpo ahora no lo da, tu ánimo puede decaer, por lo que hay que sobreponerse y recordar, también, los momentos en que tuviste que superarte. De hecho, sé que en mis comienzos tendía a tener una mini-crisis en los 2-4 primeros kilómetros, cuando todo se me hacía muy cuesta arriba.
Pero por el barrio se empezaba a sentir la alegría: grupos de personas que aplaudían, familias que animaban a padres de que estaban participando, voluntarios que indicaban el recorrido... Así, poco a poco, el desánimo inicial se fue tornando en disfrute, y personalmente fui de menos a más, encontrándome mejor según avanzaba la carrera.
El final fue, porque tenía que serlo, muy bonito. La de Moratalaz es de esas carreras que se terminan entrando en el polideportivo y dando media vuelta al circuito de atletismo antes de atravesar el arco de la meta. Ahí apreté con mis últimas fuerzas, adelanté a unos y me adelantaron otros, hasta que conseguí traspasar la línea de meta. A los participantes nos dieron una lata de Acuarius, un horroroso polo de manga larga a rayas azul marino y naranja-butano, y un vaso del tradicional caldo casero que elaboran los comerciantes del mercado del barrio para la carrera.
Objetivo cumplido en la primera carrera popular de mi temporada. ¡Y el caldo estaba muy rico!

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