El fin de semana pasado fue bastante fructífero. El sábado, tras un calentamiento completo, rodé cerca de un kilómetro para realizar cuatro progresivos en cuesta pronunciada de unos 50 metros. Con la lengua fuera, tomé un breve descanso y comencé una carrera de larga distancia a ritmo suave. Resultaron 7,200 kilómetros gratificantes, para terminar con los estiramientos propios y la sensación de haber cumplido el objetivo.
El domingo, la tentación de tomar un descanso fue fuerte. Llevaba ya una dinámica de carrera interesante, y convenía no forzar demasiado. Pero también era verdad que había que aprovechar la mayor disponibilidad de tiempo del fin de semana, pues en los días laborables no es fácil encontrar ese hueco. Así que decidí posponer el descanso para el lunes, y el domingo, tras un buen calentamiento, hice 7,800 kilómetros, la mayor parte por camino de tierra, primero cuesta abajo y después cuesta arriba.
Mucho cansancio. Sensación de músculos muy cargados. ¿Habré hecho bien?, me preguntaba a mí mismo. Hoy me doy cuenta de que sí. De que, efectivamente, había hecho bien: tras el lunes planificado de descanso, la carrera de madrugada de hoy ha sido la constatación de que esto está funcionando, pues por primera vez desde mi regreso deportivo la pulsera de actividad no me ha enviado su odioso aviso de sobreesfuerzo. El aumento de la exigencia del fin de semana había merecido la pena.
Listo para la primera carrera popular de la temporada. ¡A por ella!
Me alegro mucho de tu evolución, pero me da una envidia de libro. No sé si lo que acabo de decir es muy coherente, parece que lo segundo niega lo primero, pero dicho queda.
ResponderEliminarYo he salido a correr durante bastantes más días seguidos de los que cuentas por ahora y nunca dejó de alertarme mi reloj de mi sobreesfuerzo. Increíble que lo consigas en ese número de días.
Enhorabuena!!!
¡Muchas gracias, Beli! Acabo de ver tu comentario. Y no, no hay contradicción en lo que dices, aunque pueda parecerlo. Entiendo esa "sana envidia" perfectamente compatible con la alegría por el bien ajeno. Así que sólo decirte que... ¡Ánimo tú también! Se avanza despacio, pero se avanza. Lo importante es disfrutar con el proceso. Así que ya estoy esperando que tú me cuentes a mí que ya corres con asiduidad.
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